DESENCUENTRO
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Muchas tardes se fueron a sentar en aquel preciso banco de la plaza sólo para pensar el uno en el otro. Para imaginarse naufragar en sus brazos amados. Para inventar siempre un nuevo encuentro más hermoso. Nuevas palabras. Nuevos acontecimientos. Incluso no importa si desgraciados, con tal de que los hicieran sentirse atados a la misma existencia.
Aunque al atardecer de tantos años, ambos contemplaron desde allí la misma estatua de anacrónica solemnidad, los mismos parterres de flores, los mismos juegos infantiles, jamás se encontraron sus palabras, sus miradas o sus manos que, si acaso ,solo accedieron al cosuelo de acariciar los bajorrelieves de mármol que los dedos de aquella otra mano tan querida rozaron alguna vez , o alguna vez rozarían igual que ahora las suyas; pues uno de los dos había nacido muchos años después de que al otro lo matara un amor sin sentido.
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José Porras. (Paisajes de la baraja)
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