FRAGMENTOS
.
Los fragmentos constituyen la constancia de una previa destrucción, y ésta, confirma a su vez la necesaria creación anterior, por supuesto. Conforman pues los últimos residuos de algo, apenas mera constancia y memoria de lo que una vez fue; trozos, jirones, pobres despojos condenados a ser lentamente deglutidas por ese sideral camión de basuras que es el Tiempo. Pero los artistas, junto a la capacidad de ver en ellos lo contrario de lo que son, también poseen la mágica capacidad de insuflarles vida a pesar de todo, es decir; de crear precisamente con la destrucción.
.
Desde Yavé, que creó a la mujer con la costilla que al parecer le sobró de un trabajo anterior, pasando por Gepetto, que fabricó a su criatura partiendo de unos retales de madera de pino, llegamos hasta Ana Porras, que a golpes de tijera (¡tris! ¡tras!), hace que el papel couché y su vacuo contenido se metamorfoseen, gracias a su aliento creativo, en esa realidad trascendida que llamamos Arte:
Desde Yavé, que creó a la mujer con la costilla que al parecer le sobró de un trabajo anterior, pasando por Gepetto, que fabricó a su criatura partiendo de unos retales de madera de pino, llegamos hasta Ana Porras, que a golpes de tijera (¡tris! ¡tras!), hace que el papel couché y su vacuo contenido se metamorfoseen, gracias a su aliento creativo, en esa realidad trascendida que llamamos Arte:
.
Las carnes expuestas al sol playero de una famosilla cualquiera (¡tris!, ¡tras! y una lengüetada de pegamento) devienen luminosa bailarina que modela su cuerpo bajo un cielo que antes fue piso de autopista o muro de chalé marbellí, la rodaja de tomate ensaladero (¡tris! ¡tras!) en luminosa sonrisa enamorada, el comercial muestrario de telas (¡tris! ¡tras! y nueva lengüetada de pegamento) en fragante ramillete de flores… Igual que otra hada –no sé si recuerdan- que, no a golpes de tijera, sino de varita también mágica, transformó (¡plin!) a los ratones en soberbios alazanes blancos, (¡plin!) al melancólico lagarto en distinguido lacayo, (¡plin!) a la calabaza en carroza…
...
José Velasco
Las carnes expuestas al sol playero de una famosilla cualquiera (¡tris!, ¡tras! y una lengüetada de pegamento) devienen luminosa bailarina que modela su cuerpo bajo un cielo que antes fue piso de autopista o muro de chalé marbellí, la rodaja de tomate ensaladero (¡tris! ¡tras!) en luminosa sonrisa enamorada, el comercial muestrario de telas (¡tris! ¡tras! y nueva lengüetada de pegamento) en fragante ramillete de flores… Igual que otra hada –no sé si recuerdan- que, no a golpes de tijera, sino de varita también mágica, transformó (¡plin!) a los ratones en soberbios alazanes blancos, (¡plin!) al melancólico lagarto en distinguido lacayo, (¡plin!) a la calabaza en carroza…
...
José Velasco
No hay comentarios:
Publicar un comentario